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CIBERADICCIÓN:
La adicción a Internet


30/04/02

Algunas conductas se convierten en adicciones con más facilidad que otras. De ello dependen la disposición personal, las circunstancias o entorno del sujeto y el potencial adictivo de la actividad o conducta en sí.


Partiendo de la base de que la mayor parte de las conductas humanas pueden ser susceptibles de crear adicción, no debería sorprendernos la alarma lanzada desde los medios de comunicación sobre la adicción a Internet.

A pesar de lo anterior, es cierto que unas conductas se convierten en adicciones con más facilidad que otras. De ello dependen la disposición personal, las circunstancias o entorno del sujeto y el potencial adictivo de la actividad o conducta en sí.

Si aplicamos estos condicionantes a la adicción a Internet, veremos que no todos los usuarios asiduos de Internet son adictos, en sentido estricto.

Pero definamos primero lo que es un adicto.


Definición de adicto

Para ser adicto a algo, en sentido patológico, las esferas personal, social y laboral deben estar seriamente afectadas. No es lo mismo que un estudiante de Psicología se pase 8 horas diarias navegando por Internet que lo haga un webmaster.

Por otro lado, una persona que viva sola dedicará posiblemente más tiempo a esta actividad que otra que viva en pareja o en familia. Además, hay períodos en los que los estudiantes deben hacer más uso de Internet para sus trabajos o tesinas que en otros en los que principalmente se dedican a estudiar con el material escrito del que disponen.

¿Qué es entonces lo que consideramos un ciberadicto? Pues quien teniendo una trayectoria de vida en la que el uso de Internet representaba una actividad compatible con sus relaciones personales, con su trabajo y no le producía sentimientos de culpabilidad, cambia su comportamiento por un exceso de tiempo dedicado a navegar, jugar, comunicarse o comprar por Internet y se transforma en un problema para el sujeto y las personas de su entorno.


Cómo se instaura la ciberadicción. La televisión y el ordenador

Muchos dirán que es exagerado pensar en el gran potencial adictivo de Internet, cuando hay muchas personas que pasan más de 4 horas diarias frente al televisor y parece que no se le da importancia. Sin embargo, estos defensores de la WWW no piensan en que la conducta patológica de ver la televisión existe, pero no adquiere carácter de adicción compulsiva hasta que aparece el mando a distancia. Es necesario realizar una conducta instrumental repetitiva o que haya interacción para que se instaure un cambio bioquímico en el cerebro con las características de las otras adicciones como el juego patológico, con el que tiene grandes similitudes.

El sujeto, además, debe percibir que recibe una gratificación por su conducta. En el caso de cambiar el canal de la televisión (el zapping), el sujeto puede recibir un refuerzo por la sucesión de imágenes que desfilan bajo su control o por su contenido emocional o erótico. La frustración de no encontrar ningún canal a su gusto mientras cambia frenéticamente con el mando a distancia puede ser reforzante para los sujetos aburridos porque les eleva sus niveles de actividad fisiológica, entrando en una espiral de pulsación-estimulación que después llega a producir un malestar en el sujeto, percibido como falta de control de su conducta.

Otra premisa importante para considerar el potencial adictivo de una conducta es el periodo de tiempo que transcurre entre que se emite la respuesta y se recibe la recompensa. El enorme potencial adictivo de la cocaína debe más a la inmediatez de sus efectos en el sistema nervioso humano que a otras circunstancias como la capacidad de proporcionar placer y el supuesto prestigio de su uso. Algo parecido ocurre en la ciberadicción: el hecho de apretar un enlace o hipervínculo y obtener información o fotografías estimulantes casi al instante es un refuerzo que se repite cientos, miles de veces en la vida de los cibernautas. Esta asociación conductual lleva de una manera clara a asociar pulsación del ratón con placer, por lo que el sujeto adicto se ve abocado a repetirlo hasta el bloqueo de su ordenador o hasta que la fatiga mental, ocular o manual lo hacen retirarse de los estímulos.


Previsiones

Por el momento, la lentitud de la descarga de las páginas web para la mayor parte de los usuarios españoles está conteniendo las cifras de personas que podrían sufrir este trastorno. En cuanto el uso del sistema ADSL, el cable u otros accesos rápidos se popularice, asistiremos a un verdadero brote epidémico para el que los clínicos deben estar preparados y ofrecer soluciones reales y no paños calientes.

Si el alcohol, la marihuana y la cocaína pueden considerarse drogas de facilitación social, la ciberadicción es una patología que se desarrolla en solitario, frente a una pantalla de ordenador, o en menor medida con interlocutores desconocidos.

Los cuadros de introversión en informáticos son parte de las características personales de muchos de ellos, algunos de los cuales se expresan dificultosamente o se alejan de las relaciones sociales más por las dosis de concentración que requieren sus trabajos que porque sean realmente adictos.


Prevención

Prevenir esta patología se hace especialmente difícil por la carrera tecnológica y comercial, que hace que se busquen accesos cada vez más rápidos; por el prestigio y moda de las actividades por Internet; por la disponibilidad de su uso al tener muchos jóvenes un ordenador en casa; por los modelos familiares actuales, que abandonan la atención al niño por cuestiones de trabajo o cansancio de los padres; por lo atractivo y variado de sus contenidos; por ser una actividad legal y por ser, en muchas ocasiones, un instrumento de trabajo o de búsqueda de empleo y relaciones afectivas.


José Luis Muñoz Mora
Psicólogo


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