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DE HIJOS CON PADRES:
LA MEDIACIÓN EN RUPTURA DE PAREJAS


26/06/07

La mediación en la ruptura de parejas es un proceso alternativo a la manera tradicional de resolver los conflictos que surgen cuando una pareja decide dar por terminada su relación. Habitualmente se ha venido recurriendo a la vía judicial, con los costes emocional, social y económico asociados.


Los profesionales de la mediación en ruptura de pareja

El mediador profesional, psicólogo o abogado principalmente, ya está convencido de las bondades del sistema de mediación, aunque muchos de ellos, según pueden darse cuenta los formadores expertos en estos temas, llegan antes a entender la técnica que el fondo, es decir, el porqué funciona.

Tal vez el psicólogo esté más capacitado para entender los entresijos de la mediación, los principios científicos sobre los que se sustenta, pero nadie como los abogados para comprender la necesidad de salir de la mediación con acuerdos consensuados y duraderos que sirvan para no terminar acudiendo a un juzgado, lo que podría suponer, a priori, un fracaso de la mediación, pues es la mediación una alternativa a la vía judicial.

El acuerdo final ha de presentarse a un juzgado de familia, donde es ratificado, pero no es en un juzgado, y delante de un juez, donde se exponen las razones de cada uno.


Los usuarios de los servicios de mediación

Si preguntamos a los usuarios, para muchos quizá no haya habido un tiempo suficiente para establecer correlaciones y sacar conclusiones definitivas, pero sí, al menos, para tener una perspectiva con la que saber si les ha sido útil la experiencia. Para otros, en cambio, habrá habido tiempo suficiente para comparar otras experiencias no mediadoras de otras personas y analizar también su vida actual después de la mediación. Este tiempo en el que un usuario puede empezar a darse cuenta de los resultados, positivos o negativos desde su propia subjetividad, coincide con el tiempo estimado para resolver el duelo que suponen casi todas las rupturas afectivas, más o menos un año.


Los observadores externos

Los observadores externos, e incluyo aquí también a psicólogos y abogados legos, suelen pensar que la mediación es una vía exótica para resolver conflictos, que no resuelve nada, que los que acuden a mediación acaban resolviendo sus conflictos en un juzgado posteriormente, o no tienen ninguna noticia en absoluto.

Muchas de estas opiniones se emiten desde el desconocimiento, pero a veces también desde el prejuicio social, la percepción de intrusismo profesional o incluso desde la experiencia de amigos, familiares y profesionales que atendienron a los interesados, pues buena parte del éxito de la mediación recae en la capacidad de negociación de cada uno de los miembros de la pareja en proceso de ruptura y la capacidad de los profesionales mediadores para llevar esos procesos, y hay situaciones en las que los acuerdos no se perciben como satisfactorios porque no se obtuvo lo deseado o los interesados no dieron detalles del proceso mismo.


¿Cómo funciona la mediación en ruptura de parejas?

La relaciones deterioradas lo son, en muchos casos, por dificultades de comunicación, ¿cómo entonces es posible llegar a acuerdos sobre tutelas, horarios, régimen económico y otras cuestiones no menos importantes?

Si la decisión de acudir a un centro de mediación ha sido consensuada entre los dos miembros de la pareja, el llegar a los distintos acuerdos es más fácil. Pero no es imposible si uno de los aún cónyuges no está convencido de la conveniencia de esa vía frente a la clásica vía judicial.

No se trata de la imposición por parte de uno de los solicitantes porque se crea que se sacarán más ventajas, sino optar por una vía alternativa que, a la larga, reportará más facilidades para los menores, si se tienen, y menos conflictos entre la expareja. También los gastos económicos serán inferiores y el nivel de compromiso será mayor, frente a la imposición del método tradicional.

Los profesionales de la mediación son, fundamentalmente, psicólogos y abogados especializados en manejar conflictos y facilitar la consecución de acuerdos, pero no imponen, ni asesoran, ni juzgan, ni hacen psicoterapia.


¿Cómo entonces es posible llegar a algún acuerdo?

Exponer delante de otra persona los propios problemas puede ser un alivio si nos van a ofrecer una solución, pero si nos dejan claro desde un primer momento que no va a ser así, son los protagonistas verdaderos de la mediación: la pareja, los que van a movilizarse para desbloquear la situación de desacuerdo ¿para qué entonces si no estarían allí?

Existen muchos mecanismos psicológicos implicados en el proceso de mediación, algunos no suficientemente conocidos, pero es indudable que el resultado es muy positivo, avalado por los años de experiencia que acumulan este tipo de centros en España.


La experiencia positiva de los centros de mediación

La filosofía central de los centros de mediación es que el matrimonio se separe de la manera menos conflictiva posible, y uno de los mayores elementos de conflicto son los hijos. Son sólo los cónyuges los que van a participar en la mediación, aunque la perspectiva estaría más completa si pudiéramos preguntar a los hijos, pues quieren habitualmente a sus dos padres por igual, sólo que ahora lo harían en dos espacios distintos, y el concepto de familia podría llegar existir de una manera peculiar.

Acudir a mediación no implica solucionar los problemas, no es salir satisfecho o contento por el ahorro en tiempo, dinero y trastornos emocionales, ni salir con la certeza o la duda de que se ha ganado o perdido. Allí se sufre. Allí se confronta uno con la realidad de un cónyuge al que se creía conocer. En mediación hay que hacer los deberes en casa cuadrando horarios y gastos, hay que exponerlos al otro, hay que explicar, negociar, pero hay que evitar atacar y aprovechar la situación para intentar que el mediadior se ponga de parte de uno de los cónyuges, pues no lo hará.

Los mediadores ayudan a resolver el conficto confrontado a los dos miembros de la pareja con la realidad de la separación, pero también están para conseguir a los hijos la posibilidad de estar más tiempo y de mejor calidad con cada padre.

Cuando se acude a las sesiones de mediación se asume un compromiso con los hijos, si se tienen. De allí habría que salir con el acuerdo menos malo para los dos miembros de la pareja y con el mejor para los niños, verdadero objeto de interés de la mediación cuando existen.

La asunción de compromisos ayuda a su cumplimiento en el futuro, porque son autoimpuestos, no vienen impuestos desde fuera. Esto también ayuda a asumir compromisos en otras esferas de la vida personal, laboral, social, la de procurarse una nueva vivienda, la de explicar a los familiares y amigos la nueva situación ...

Vivir día a día requiere cierta tensión emocional para enfrentarse a los acontecimientos. La mediación sirve primero de entrenamiento para enfrentarse a esa nueva realidad; lleva a asumir compromisos que se deseaban realizar y a ponerlos por escrito; sirve para discutir con la expareja sobre situaciones que generaban conflicto y sobre las que no se habría llegado a acuerdos voluntariamente en otro lugar; y puede ser el marco donde poder ajustar el tiempo que se desea estar con los hijos compaginándolo con las obligaciones laborales.

Los conflictos suelen continuar después de acabada la mediación y ser ratificada por un juzgado de familia, pero la capacidad para gestionarlos y poder cumplir los acuerdos alcanzados en la mediación es lo suficientemente adecuada como para minimizar la necesidad de acudir de nuevo a mediación o a un juzgado.

Puede que un juez pudiera proporcionar a un determinado cónyuge -habitualmente la madre- un mayor tiempo de estar con los hijos que el que pueda obtener en la mediación. Puede que el régimen económico hubiera favorecido más en un juzgado a un cónyuge que a otro, aunque realmente no existen grandes diferencias, pero mantener el control sobre una parte de la vida como son el tiempo de estar con los hijos y el tiempo de trabajo proporciona una estabilidad emocional y de recursos del que todos se benefician.

Disponer del tiempo suficiente significa poder educar a los hijos, para regañarles, para premiarles, para no hacer nada mientras se está el uno al lado del otro, sin prisas excesivas que obliguen al progenitor menos favorecido a ser víctima de los caprichos infantiles por no querer enfadarse con un niño que no se va a volver a ver hasta la semana siguiente.

Los niños no son patrimonio de nadie, ni del estado, ni de sus madres, ni de sus padres; sino que son personas en período de maduración que tienen derecho a tener un padre y una madre ejercientes, no un educador presente y un benefactor ausente.

Acudir a un centro de mediación en ruptura de pareja

Todos somos producto de nuestras experiencias vitales, y no podría dejar de interpretarse la realidad desde la integración de todos los matices posibles de la personalidad de cada uno.

Si conocemos a una persona que hizo uso de un servicio de mediación nos hablará de su experiencia con la mediación y con determinado centro y eso se añadirá a la nuestra. Pero cada persona se separa de otra persona concreta, por lo que las sensaciones pueden llegar a ser muy diferentes para distintas personas en un solo centro de mediación.

El primer paso para gestionar nuestra separación por este medio es localizar un centro de mediación, y las instituciones autonómicas nos darán la información precisa. El segundo intentar superar las resistencias de un cónyuge si desconoce esa posibilidad o es reacio, como alternativa a acudir a un juzgado. Y el tercero ponerse en contacto con el centro de mediación, sabiendo que nos van a pedir el compromiso de paralizar cualquier acción encaminada a tramitar la separación por un juzgado.

En lo que se suele pensar nada más plantearse seriamente la separación y asumirla como tal es en lo más valioso que se comparte. En muchas parejas es un amor imposible, un piso, un coche o los hijos en común.

Una separación es una constelación de problemas, cuya resolución saca de las personas lo peor y lo mejor que se lleva dentro. Y cuantos más recursos movilicemos, mejor resultará para los propios intereses y los de los hijos.

No conviene victimizarse, replegarse sobre sí mismo y lamentarse sobre lo mal o injustamente que nos ha tratado el otro ... porque lo peor está por venir y conviene anticiparse a los problemas.

Después de la separación

La mediación posee la característica poderosa de preparar a los responsables de la separación -la pareja misma- para afrontar situaciones novedosas o que anteriormente se hacían de manera conjunta o consensuada. Afrontar el alquiler de otra vivienda, el traslado, los créditos necesarios, las deudas, la petición de ayuda a familiares y amigos, la educación de los hijos, la incomprensión de los otros, la soledad ...

Ahora la familia rota afrontará dos alquileres, los gastos de dos coches, dos neveras, dos consumos eléctricos y de agua. También deberán gestionar las ausencias ante los hijos a través de canguros y el estrés por ello ya no será compartido.

Y dependiendo del lado del que caiga la pensión de alimentos o la compensatoria, uno de los excónyuges deberá soportar cargas extra que le hagan perder su estatus anterior, o incluso podrían conducirlo a la pobreza y a la depresión.

Todo este panorama sombrío debe afrontarse con competencias personales entrenadas y generalizables. Las experiencias de la vida podrán ayudar a cada uno a afrontar de la mejor manera cada situación personal de ruptura y la experiencia de la mediación quiere ser una de ellas. Se trata de hacer aflorar recursos y actitudes, pasar a representar un rol activo, orientado al futuro, al compromiso y a las soluciones.

Es posible que se añore el matrimonio perdido en bastantes casos, pero en otros muchos la ruptura habrá supuesto una verdadera liberación y una nueva oportunidad para intentar buscar sentimientos de felicidad.

Debemos buscar solución a nuestros problemas, pero no de cualquier manera. El fin no justifica los medios en este caso, pues el proceso importa, pues el proceso es realmente lo más importante. Independientemente de los resultados obtenidos, el proceso nos hará conocernos más a nosotros mismos, al otro miembro de la pareja y plantará las bases sobre la que asentar los compromisos futuros.


José Luis Muñoz Mora
Psicólogo




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